domingo, 5 de abril de 2009

2 de abril de 1982

Era un día como hoy, como ayer o como mañana pero en el año 1982.
Al cuartel llegaba la noticia.
En cuestión de horas deberían estar preparados. La información los impactó pero, el defender la Patria fue mucho más fuerte.
Como todo sueño de, todavía niño, el convertirse en héroe era una gran fantasía. Casi sin darse cuenta de que se transformarían en adultos en un abrir y cerrar de ojos.
Y hacia allí partirían.
Deteminaban las reglas del juego quienes imponían las normas desde sus cargos, guiándolos desde la fantasía a la realidad. Una realidad cruda, hostil, una experiencia que marcaría para siempre sus vidas y las nuestras.
Pero, de ahí en adelante ninguno de nosotros, salvo quien haya estado allí, podremos describir lo ocurrido.
Hoy sabemos que aquellos jóvenes que el sábado a la noche no podían entrar a los boliches por su corta edad, el lunes estaban preparados para la guerra. Para matar, quizás sin nunca haber odiado.
Aquí, al continente, llegaban noticias de victoria, de triunfo. Sin embargo, allí nuestros soldados se encontraron con la experiencia de un ejército con armas, poco profesional que a cada minuto entristecía el juego hasta convertirlo en una desilusión.
Desde acá nos uníamos en el rezo.
La única forma de comunicación eran las cartas. Las abuelas se juntaban a tejer abrigos para enviarlos a las islas.
Sin irnos muy lejos, durante la guerra Argentina sufrió una terrible inundación. A los evacuados les llegaban insumos y , al abrir cada caja se encontraban con cigarrilos o hasta chocolates que traían mensajes para los combatientes.
¡Qué desilusión fue el saber que la gran mayoría de todo eso quedó acá! La gran mayoría de los soldados quedaron allá, esperando una palabra de aliento, un mensaje de alguna madre, alguna esposa, hermana, novia, algún abrigo para pasar las duras noches, algún chocolate para endulzar el tiempo.
Las islas son nuestras pero también el dolor nos pertenece. Nuestras vidas quedaron allí. Malvinas se regó de nuestra sangre, de nuestra lucha, de nuestra patris, de nuestro honor, del amor por nuestra Bandera y por los sueños de todos aquellos hijos, padres, nietos, hermanos, maridos, novios que quedaron, que volvieron y, por la esperanza de que esto no haya sido en vano.
Como argentinos debemos reconocerlos a ellos, alos héroes, que todavía siguen en la lucha sin ser valorados.
Recordemos cada 2 de abril como único, no dejemos de lado el dolor y la desilusión porque, forma parte de nuestra historia. Somos nosotros los encargados de esperanzar nuestro país y, que sepa todo el mundo que un 2 de abril como aquel no lo vamos a aceptar jamás.
Desde cada uno de nuestros lugares ofrezcamos lo mejor de nosotros y formémonos héroes de nuestra patria.
Hoy aquí, desde nuestra música, nuestra danza y nuestra obras demostremos la patria que anhelamos.

NAIR NÚÑEZ, 3° 1°

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